Aisha.
Era un día de escuela, la hora de patio…llovia.
En esos momentos, los niños en el aula,sacaban los juegos, y en pequeños grupos se organizaban.
Aisha era una niña tranquila, que necesitaba su espacio personal, descansar de sus compañeros.
Se sentó a parte y cogió las cartas.
Con sumo esmero, empezó a construir una torre de naipes, agrupando las cartas a pares, iba oponiendo una a otra, creando equilibrios, entre fuerzas y resistencias, y en formas triangulares iba,con suma paciencia, elevando niveles.
No era fácil, cada vez que intentaba, subir un piso, alguna carta se desajustaba, se movía la torre y caían en la mesa, las cartas, desparramadas
Ella volvía empezar y se las miraba, con esos ojos grandes que ponen los niños cuando están observando con detalle, algún suceso verdaderamente importante.
Sin decir nada, se levantó de repente, andando como de puntillas y ajustó la ventana...un hilillo de aire se colaba.
Aquel aire inocente era el culpable...invisiblemente, destrozaba su esfuerzo e impedía que su obra de arte se mantuviera en pie ni siquiera un instante.
Un simple y inoportuno hilillo de aire, no dejaba avanzar, rompía destrozaba, su castillo de naipes.
Nena, tu si que vales.
ResponderEliminarUn relato sensible, como me gusta a mí y el Aute que me pone los vellos de punta.
Ya solo falta que el tripartito os vuelva a dar la luz y no paseis tanto frío, que os veo por la tele y parece eso las Hurdes en los años 20.
BRUTAAAAAAAAAL!!!!!!!!!!.
Besets per a tots de un amic de Les Alcubles.
Gracies y viceversa
ResponderEliminarEs increible que de una historia tan sencilla se pueda sacar una obra con esa sensibilidad. Enhorabuena,es simplemente genial.Me encanta.
ResponderEliminarManolo no me lo puedo creer , gracias un beso
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