14 nov 2010

Vicente Estevan, el botánico de la Serranía y el Rincón

El hombre del millar de plantas




El periodista tenía previsto parar en la fuente de 'Los Giles', cerca de Mas de los Pérez, entre Bejís y Sacañet. Y cuando fue a llenar un par de botellas entabló conversación con un señor que ya acarreaba allí una garrafa. Hubo que hablar de la fuente, claro, y de las bondades de su agua, y el señor, Vicente Estevan Gómez, explicó que es de El Villar del Arzobispo, que aquel manantial es uno más de las decenas que conoce por toda la Serranía, y que venía de recoger plantas medicinales, sobre todo gayuba, y mostró unos sacos con hojas que llevaba en la furgoneta.
¿Y para qué es buena la gayuba?, le pregunté, y el bueno de Vicente contó que remedia infecciones urinarias y la prostatitis, dijo que su nombre científico es 'Arctostaphylos Uva-Ursi Sprengel' y se quedó tan pancho. Porque Vicente Esteban, que tiene 75 años y fue a la escuela lo justo, «para aprender a leer y escribir y las cuatro reglas», conoce sus plantas en castellano, en latín y con denominaciones locales. Y sabe para qué sirve cada una, qué curan, las que son venenosas de por sí y su uso se reserva a facultativos, las que pueden resultar tóxicas si se abusa, dónde recolectarlas, si se aprovechan las flores, los tallos, las hojas...
En su pueblo lo conocen como 'El hombre de las plantas', porque todo el mundo sabe de sus conocimientos para recomendar y facilitar este o aquel remedio para multitud de dolencias, y su popularidad traspasa los límites del municipio, del mismo modo que domina como la palma de la mano la geografía de la Serranía, el Rincón de Ademuz y buena parte de las comarcas limítrofes entre las provincias de Valencia, Castellón y Teruel.


Es, en realidad, el hombre del millar de plantas, aunque Vicente, tan modesto como sabio, reconoce que «sólo llego a 961'. Bueno, 'todavía', le faltan 39 para el millar. El ayuntamiento de El Villar le ha editado un precioso libro en el que recopila una selección de 260 especies, las más habituales en el término municipal, y las describe con todo detalle, con cuidadas fotos de Gloria Navarro para cada una de ellas, y de esta forma ayudar a interesados en utilizarlas y hasta en descubrirlas por sí mismos en el monte.
Cuenta que la afición por el reino vegetal la tuvo desde pequeño, cuando ya iba con su padre, las mulas y el carro, a labrar o recolectar en fincas distantes. Y tenía doce años cuando ya lo mandó sólo por aquellos campos y montes, donde tuvo que aprender por necesidad.
Un día, ya de bien mayor, «compré un libro de botánica porque quería identificar bien los árboles y las plantas y para qué servía cada una». Y para consultar dudas empezó a ir al Jardín de Botánico de Valencia, donde entabló amistad con Manuel Costa, Antonio Aguilella, Jaime Güemes, Jesús Riera, Carlos Fabregat..., y así se inició una relación en los dos sentidos, porque Vicente también es colaborador de estos técnicos e investigadores, al igual que colabora con catedráticos, profesores y estudiantes de Medicina, Farmacia, Biológicas, Agrónomos... El, que se jubiló de operario de carreteras de la Diputación, que es autodidacta y no tuvo opción de ir a la universidad. De haber estudiado, «hoy sería médico o biólogo».
Junto a las plantas, Vicente es un enamorado de los árboles «monumentales o singulares». Y para lucirse nos lleva a La Yesa, para mostrarnos el sorprendente 'Pino del sombrero', un pino negral de enormes ramas laberínticas, 250 años de vida, casi 3 metros de perímetro de tronco y 20 de copa. Un ejemplar protegido por la Generalitat, como el cercano enebro de Miera, de más de 180 años. Y por el camino nos enseña dónde hay ruda, gayuba, manzanilla amarga o tomillo macho; que la salvia es su preferida, porque es buena para casi todo, y que a veces «todo es cuestión de dosis», porque «muy poco cura y con más se envenena uno», como la belladona, de la que se obtiene la atropina, útil para dilatar las pupilas de los ojos en exploraciones oftalmológicas, pero mortal si se ingieren más de cinco centigramos.
Y por último le preguntamos por el agua de las fuentes, si es verdad que tienen propiedades curativas, y dice que no es cierto que las haya más buenas para esto o aquello, sino que sólo es cuestión de su pureza, de que tengan muy pocas sales disueltas. También tiene un libro donde describe 315 manantiales de 79 pueblos. El más puro, el de Marrionda, en Pina de Montalgrao.

Fuente:http://www.lasprovincias.es

5 comentarios:

  1. Que interesantes que quedan las fotografías junto al fondo y la cabecera! Lástima que con este rojo intenso no se lea del todo bien la info! Saludos Ally!

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  2. D. Vicente,es Ud un libro abierto,me gustaría poderle echar un vistazo a su libro.Enhorabuena y felicidades por su trabajo.

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  3. Que colorido, si parece un campo de lindas amapolas. Bonito. Buenos artículos. Buen rollo.Las tres BBB. sencillamente el Blog del año.

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  4. Creo que así es más accesible para la lectura, gracias por el consejo anónimo.

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  5. Yo a este hombre lo conocí hace muchos años, llenando agua en Bejís, y me alucinó que en solo media hora fuera capaz de nombrarme todas las plantas que habían a nuestro alrededor tanto en castellano como en latín. Alucinao me quedé. Me alegra que después de tantos años siga dando guerra.

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